Con la participación del Gran Wyoming, Santiago Segura, Juan Echanove, Carlos Marzal, Martín Berasategui, Manolo de la Osa, Javier Nart y Antonio Fraguas “Forges” moderados por Pepa Fernández. Un repaso por el lado más divertido, profundo y escatológico de la gastronomía.
El debate sirvió de aperitivo al Congreso Lomerjordelagastronomia.com que se celebra en Alicante del 6 al 9 de noviembre
Con el sugerente título de “Debate para mear y no echar gota, comer con las manos y empapuzarse con un arroz con costra”, el Centro de Congreso Ciudad de Elche ha acogido un encuentro en el que varias personalidades del mundo de la gastronomía, el espectáculo, el cine, la cultura, el humor y la televisión analizaron algunos de los aspectos de la cocina, desde los más profundos, a los más divertidos, sin olvidar el lado escatológico y sensual de comer y sus diversas implicaciones en la vida.
El debate, moderado por la periodista Pepa Fernández, ha contado con la presencia del humorista y showman televisivo Gran Wyoming; el director y actor, Santiago Segura; los cocineros Martín Berasategui y Manolo de la Osa, el actor Juan Echanove; el poeta Carlos Marzal, el abogado Javier Nart y el humorista Antonio Fraguas “Forges”.
El debate se inició por “aguas tranquilas” en las que cada uno de los ponentes se decantó por el plato que degustarían en Elche. De los dátiles por los que se decantó De la Osa, se pasó al arroz del Gran Wyoming. Segura se pidió el “comodín del público” para una vez descartado los callos a la madrileña, decidir finalmente que pediría un arroz con costra, el mismo que eligió Echanove. Más preciso fue Nart, quien destacó su gusto por el “socarrat” del arroz, mientras que Marzal aludió a las gambas de Santa Pola y Forges por un “arròs amb ceba” que arrancó el aplauso del numeroso público.
A partir de ahí, el humor tomó la delantera para debatir sobre el mejor arroz, aunque entre risas y bromas se dijeron grandes verdades. Así, mientras Echanove descartó en gastronomía posturas extremistas como en el futbol “que se es del Madrid o del Barça”. En la cocina “no hay reglas fijas, sino que depende además de los recuerdos, de las sensaciones”. En la misma línea Javier Nart recordó que el mejor plato que ha comido nunca fue en Nicaragua, bajo un bombardeo. “Era gallopinto, tan denso que le dabas la vuelta al plato y no se caía, pero teníamos tanto miedo y hambre que nos sabía a gloria. Luego en otro viaje, me vendaron los ojos y me dieron a probar cocochas, me preguntaron qué era y dije que gusanos amazónicos”. El legado árabe en la comida también fue motivo de debate, así como el placer de comer con los dedos. “Mi restaurante es muy democrático, lo que importa es que disfruten cada uno como quiera”, según aseguró Berasategui, aunque reconoció que “si le digo a alguno de mis clientes que no meta la mano, seguro que mete los pies”.
Wyoming se mostró convencido que el comer con las manos “nos retrocede a nuestra parte animal”, ya que “lo que nos distingue de los animales es la educación”, mientras que Marzal se mostró totalmente de acuerdo, ya que “las sensaciones llegan por el tacto”.
Tampoco ninguno de los participantes en este peculiar debate gastronómico reconoció grandes remordimientos o mala conciencia por “los placeres carnales en los tiempos que corren”. Echanove fue contundente al responde “Carpe Diem”, a lo que añadió “si además de correr los tiempos como corren, tenemos que llorar…. Malo”. Aunque aseguró que se trata de un placer que “está al alcance de todos, no es cuestión de dinero, sino de sensibilidad”. Por su parte, Wyoming se mostró convencido que “lo importante es como se hace, porqué se hace y con quien se consume”.
El debate se cerró con una intervención del público en la que se preguntó si la gastronomía española vive su mejor momento. Berasategui fue tajante al añadir que “Este es sin duda el mejor momento de salud que ha vivido nunca la cocina española. Antes se iba a Francia, ahora el país más venerado, más fotografiado y visitado es el nuestro”. A pesar de todo, instó a “seguir trabajando con igual humildad de cuando no éramos tan conocidos y hacerlo con unidad, respeto e ilusión ”, ya que “cuantas más manzanas tiene un árbol, más agarrado tiene que estar al suelo, ya que sino con la primera ráfaga de viento se cae”. Así, terminó a todos a trabajar “con la misma camiseta defendiendo a esta tierra”.
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