Estamos en Carnaval, tiempo de permisividad y alegría, luego ya vendrá doña Cuaresma con sus “carnestolendas” pasadas y pesadas.
Mientras buscamos el cambio y la voluntad de conservación de la cocina catalana: se “desnudan” las alcachofas de sus hojas coriáceas dejando las más tiernas cercanas al centro, vaciando el mismo un poco para que sean receptoras del relleno. Se asan o se hierven, según apetencias.
Se desgarran (esparraquen) tres clases de botifarras: de sangre, de huevo y cruda.
Se elabora por separado una pasta con cada una de ellas, colocando la masa bien picada en una sartén con un poco de manteca de cerdo. A la de sangre le mezclaremos unos piñones, a la de huevo unos granos de anís y a la cruda, avellanas picadas y media cucharadita de leche condensada. Sólo media!!
Una vez cocidas las alcachofas se rellenan individualmente y se las da un golpe de horno. Se sirven muy calientes conformando grupos de tres gustos diferentes en cada plato que será la ración apetitosa del comensal. Un vino cosechero fresco puede acompañar perfectamente esta farra.
Rodrigo Mestre