
El nuevo establecimiento basa su oferta en la calidad de las materias primas, las largas fermentaciones de la masa madre y el respeto a los procesos naturales.
L´Obrador, que tiene una extensa carta de panes y bollería elaborados artesanalmente, también impulsa productos tradicionales que casi han desaparecido del mercado como la coca de azúcar o el llonguet.
Potenciar la “Cultura del Pan” y participar en la vida del barrio son otros de sus valores diferenciales.
L´Obrador del Molí es el nombre de una panadería artesanal que abre sus puertas en Barcelona con un espíritu innovador: elaborar el pan y la bollería tal y como se hacían antiguamente en base a una cuidada selección de materias primas, un proceso natural y largas fermentaciones. El valor diferencial de este establecimiento es impulsar una oferta de calidad, recuperando sabores auténticos y prestigiando productos que ya prácticamente no pueden encontrarse en el mercado por la dificultad de su elaboración. En su extensa carta puede encontrarse desde la tradicional barra rústica a un crujiente pan de seis cereales, al pan de higos y miel, el pan de cerveza, el chusco de tres quesos y el pan de olivas, así como cocas de recapte, carquinyolis, melindros o coca de azúcar.
Ubicada en el número 32 de la calle Manuel de Falla, en el barrio de Sarrià, esta panadería dispone de un obrador a la vista para que cualquier cliente pueda asistir al mágico proceso de la creación del pan. El panadero, una vez selecciona las mejores harinas del mercado, trabaja con mano maestra la masa madre, dándole el tiempo que necesita y vigilando su ritmo de crecimiento. Una vez lista, la amasa con profesionalidad para finalmente dejarla reposar en cajones de madera, sobre telas de lino, para que vuelva a fermentar. Algunos de estos cajones tienen más de 50 años de vida, una solera con tanto valor como la de los barriles en los que fermenta y toma cuerpo el vino.

Después, forma las piezas una a una, las deja reposar de nuevo y las cuece en un horno de suela de piedra que refracta el calor homogéneamente. En algunas ocasiones, este proceso, tan simple y tan complejo, puede durar hasta 18 horas.
El establecimiento ha sido pensado para ser una fiesta para los sentidos. El cliente podrá observar el proceso de elaboración con facilidad desde diferentes puntos de la tienda y la zona de degustación. También, con cada hornada, el espacio se impregnará de olor a pan recién hecho. El gran tamaño del mostrador permitirá exponer todos los productos que, por su carácter artesanal, son realizados casi a la carta. Cada semana, L´Obrador del Molí promocionará algunas variedades de pan para darlas a conocer y potenciar su consumo.
Esta personalidad de L´Obrador del Molí se complementa con su voluntad de ser un lugar de encuentro para los vecinos del barrio interesados en conocer “la Cultura del Pan”. A lo largo de todo el año, ofrecerá diversas actividades, desde talleres de cómo se hace el pan o cómo se elaboran determinados productos en función de la época del año en la que nos encontremos (los panellets y el roscón de reyes, los primeros en llegar al calendario) a charlas sobre los beneficios de practicar una dieta equilibrada. También L’Obrador tiene como filosofía participar activamente en la vida ciudadana (escuelas, entidades cívicas y culturales, fiestas populares) realizando una labor divulgativa sobre este producto.
En esta línea, la primera iniciativa de L’Obrador va a ser recuperar y potenciar entre sus clientes el uso de las tradicionales bolsas del pan, hechas de tela y no de plástico, pensando no sólo en la preservación del medioambiente sino también en preservar la calidad del pan recién adquirido ya que el plástico lo reblandece y no favorece su conservación. L’Obrador pondrá a disposición de sus clientes bolsas ecológicas 100% de algodón.
La oferta de productos de L´Obrador

L´Obrador del Molí ofrece a los barceloneses una completa carta de panes y bollería formada por más de 25 clases de pan y 40 variedades de bollería. El llonguet, el pa de pagès, el de xapata y el de viena, el pa de coca, el de seis cereales, el de centeno y sésamo, la rueda asturiana, el pan de chocolate y naranja, conforman una completa oferta en la que se combinan sabores tradicionales y nuevos. En el capítulo de la bollería, L´Obrador del Molí ofrece desde los productos más cotidianos a los más sofisticados: croissants, ensaimadas y briox, rosquillas, magdalenas, teulas, brownies, plumcakes, puddings y pasteles.
Un capítulo importante en la oferta de L´Obrador es la recuperación y el impulso de aquellos productos tradicionales, muchos de ellos propios de la cultura catalana, que, o por la complejidad de su elaboración, o por el tiempo que requieren para llevarlos a cabo, ya casi no pueden encontrarse en ninguna panadería de la ciudad.
El llonguet, por ejemplo, es el pan que tradicionalmente los panaderos tomaban con aceite mientras trabajaban; un pan denso pero blando, con la forma característica que le confiere el doblado de la masa en la parte superior. Este panecillo nace de la tradición catalana “de la torna”: antiguamente, cuando un panadero vendía una barra de pan y ésta no llegaba al peso, ofrecía a su cliente un llonguet para compensarlo, convirtiéndose en una pieza muy apreciada.

Las cocas de recapte son un producto muy difícil de realizar ya que su masa crujiente debe tener la suficiente consistencia para poder soportar ingredientes como el pimiento, la cebolla, la berenjena o el tomate que requieren un cuidado especial. Históricamente, este producto nace en los pueblos pequeños cuando los vecinos hacían una colecta (el recapte) en la que cada uno aportaba lo que podía para que en el horno comunitario se elaborase una gran coca que luego se repartía entre todos.
La utilización del doble batido en la elaboración de melindros o la utilización de la tradicional “atmella llargueta” en los carquinyolis hace también que sean productos complejos que requieren un profundo conocimiento no sólo de la técnica panadera sino de los usos tradicionales de la cocina catalana.
La coca de azúcar o coca de panadero es otro de los productos emblemáticos de la panadería catalana. Valorado y reconocido por generaciones (fue durante mucho tiempo la merienda más popular), l´Obrador del Molí vuelve a apostar por este producto con el objetivo de darlo a conocer a las nuevas generaciones.
Cómo apreciar la calidad del pan y la bollería
En el pan hay que observar el color de la corteza, el aspecto de la miga, el olor y el sabor. Son muchos los sentidos que contribuyen a informarnos de si el pan es de calidad. Si la materia prima es buena y el proceso adecuado, el resultado final será un pan dorado, de textura suave, miga esponjosa, aroma envolvente y sabor exquisito.
En cuanto a la conservación, ésta depende, principalmente, de la morfología del pan. Los panes estrechos con fina corteza tendrán menor duración que los que son anchos y tiene una corteza más firme. La elección de un pan u otro no debería depender básicamente de su durabilidad sino de cómo o con qué queramos consumirlo o del sabor que nos apetece probar.
La bollería también se rige por los mismos criterios. La garantía de que el panadero que lo ha elaborado ha seguido un proceso natural, más el aspecto y el sabor son los elementos que permiten saber que el producto es de calidad.
El pan nuestro de cada día
El pan es un alimento básico de la dieta mediterránea y un elemento indispensable en cualquier mesa. Los expertos aconsejan el consumo de entre 5 y 6 raciones de pan para abastecer a nuestro organismo del 50% de la energía que necesita procedente de alimentos ricos en hidratos de carbono. El pan también es rico en vitaminas del grupo B, entre las que se encuentra el ácido fólico. Otros de los aportes beneficiosos del pan es la fibra soluble, el calcio, el hierro y el zinc.