“Se trata de un interesante recorrido por dos de las ciudades más bonitas y culturales del norte de Bélgica para recordar su historia y saborear su gastronomía, al paso que navegamos por alguno de sus viejos canales”
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Hablar de Bélgica es hacerlo de su capital Bruselas, de Amberes, de Lovaina, de Lieja, de Hasselt, de Namur, y de muchos otros lugares de este hermoso país. Aunque, sobre todo, es hablar de Gante, Gent para los oriundos, y de Brujas, más conocida como Brugge por los propios flamencos. Porque, además, estas dos bonitas ciudades de Flandes forman parte de la historia de Bélgica y España, ya que si algo tienen en común son las raíces que a lo largo de años han influido en un reino que llegó a dominar media Europa.
Aclarado esto, solo decir que Gante, cuyo nombre en celta significa algo así como “confluencia entre canales”, fue hasta el siglo XIV la segunda ciudad más importante del Viejo Continente, después de París claro está, a la que solían peregrinar todos aquellos que deseaban tener una buena formación académica, y desde donde partían los peregrinos con rumbo a Santiago de Compostela con el único propósito de ganar el perdón. Pero además, Gante es, sobre todo, una de las urbes más bonitas de Bélgica, llena de románticos y estrechos canales que discurren por toda la ciudad, donde siglos atrás se viajaba con mucha soltura, tanto entre las ciudades del interior como hacía su costa.
Y, si nos encontremos inmersos en estos caminos fluviales, seguro que veremos una serie de edificios que también forman parte de la historia de la ciudad. Podremos recorrerla de esquina a esquina ya que su canalización artificial va de un extremo al otro de la misma. No hay que olvidar que Gante, durante gran parte de la Edad Media, alcanzó honores y riquezas gracias a su puerto internacional, aunque hoy ya haya desaparecido. Una ciudad en la que incluso la Liga Anseática poseía su factoría más importante del norte de Europa, y contaba con embarcaciones que llegaban de todos los lugares del mundo.
También al recorrer sus calles veremos hermosos monumentos modernos repartidos por esta hermosa ciudad, así como muchos edificios de otra época, algunos de los cuales todavía conservan un valor histórico y cultural de primera categoría. Un buen ejemplo lo vemos en su soberbio Ayuntamiento, de estilo gótico, el cual es digno de admiración. Además, no hay que olvidar que en su interior se pueden apreciar esculturas y pinturas de gran valor.
Lo mismo ocurre con la Catedral de San Bavón, o San Bravo, construida por el arquitecto Van Eyck, donde se expone permanentemente una colección de cuadros que van desde las realezas europeas hasta nuestros días. El interior del edificio ofrece también un impresionante tríptico en madera, “La Adoración del Cordero Místico”, del pintor Jan Van Eyck, hermano del anterior artista, que merece la pena ya que se trata de uno de los tesoros más codiciados de la ciudad y probablemente también de todo el país.
Sin embargo, además de estas y otras maravillas arquitectónicas de Gante, destacan el puente de San Miguel, la Casa de la Moneda, la Roca de los Condes, el Museo de Etnología, o la famosa Torre Cívica, más conocida como Torre Belfort, y que no es otra cosa que el campanario de San Nicolás, a la que se recomienda subir hasta lo más alto para observar la maquinaria de su viejo reloj de cuerda al tiempo que contemplamos una de las vistas más impresionantes de la ciudad.
Pero antes de abandonar Gante convendría acercarnos hasta el Castillo de Ooidonk, en los alrededores de la ciudad, ya que se trata de una bonita fortaleza del siglo XVI repleta de tesoros y con una exquisita decoración en donde veremos algunas referencias españolas.
Gastronomía
En cuanto a la gastronomía de Gantes decir que ofrece un amplio abanico de posibilidades a la hora de poder saborear algunas de sus especialidades, por lo que son muchos los restaurantes y tabernas del centro de la ciudad que merecen la pena visitar.
Flandes es el paraíso del buen comer y los habitantes de Gante lo saben, por ello suelen tener la buena costumbre de salir a cenar al centro de la ciudad. Como me explicaba el joven chef Gilles Joye, del restaurante……: «la cocina gantesa es una cocina del terruño elaborada esencialmente con productos flamencos, de la mar y de la tierra, en el más estricto respeto de las estaciones». Del mar llegan los ineludibles mejillones, preparados de una y mil maneras, y las gambas grises procedentes del mar del Norte, presentadas en crujientes croquetas. Los platos de pescado son infinitos: lenguado, rodaballo, limanda, trucha. También cabe la posibilidad de degustar un plato de arenques frescos marinados y acompañados de remolacha, escalonia y albahaca, lo que sería una excelente forma de entrar en materia.
A los ganteses, y a todos los flamencos en general, les encanta la anguila: entre las muchas maneras que tienen de prepararla destaca la «anguila en verde», cocinada con acelgas, espinacas, ortigas y cerveza blanca. Pero la especialidad flamenca por excelencia es el “waterzoï”, pescados de mar y de río guisados con verduras. La versión gantesa utiliza también el pollo. El plato se sirve acompañado de gruesas rebanadas de pan gris que se untan de mantequilla.
En cuanto al apartados de las carnes, hay una gran variedad: el buey “blanc bleu belge” (muy parecido a nuestra ternera de Ávila); el pato; la paloma; el conejo; el cerdo… Poder disfrutar de especialidades tan deliciosas como el conejo con ciruelas, o a la cerveza, el “koekoek” de Malinas (una especie autóctona de pollo), o la carbonada de buey con cebolla y cerveza, seguro que merecerán la pena.
Otras especialidades son el “presskopf”, es una tarrina de cabeza de cerdo que se degusta como entrada con pan y mostaza fuerte. El “hennepot”, que es una terrina de pollo, conejo y ternera aromatizada con limón. También habrá que hacer sitio para las verduras y hortalizas, como son las endivias o las deliciosas patatas Bintje, para probar una rareza: los brotes de lúpulo. Las patatas fritas suelen ser caseras y del día. Y por supuesto, no dude en regar su comida con cerveza: Flandes presume de poseer más de 1.000 variedades y sus numerosas cervecerías artesanales brindan la oportunidad de saborear «brebajes» que no encontraremos en ningún otro lugar.
Después de la cena y saciado el estómago, podemos dar un paseo y acercarnos hasta la confitería Temmerman, si aún permanece abierta, pues es famosa entre otras cosas por su especialidad, el “cuberdon”, un cucurucho de azúcar relleno de mermelada de frambuesa, así como el “mattetaarten”, un pastelito de mazapán que hará las delicias del más goloso. A continuación es el momento de contemplar la noche de Gantes al ir a tomar la última copa en alguno de sus animados pubs con música en vivo.
Información práctica de algunos restaurantes de la ciudad de Gante:
- El Rest. “De 3 Biggetjes” (c/ Zeugsteeg, 7 Tel: 09/224 46 48). Cuenta con una Estrella en la Guía Michelin.
- El Rest. “Belga Queen” (c/ Graslei, 10 Tel: 09/280 0100)
- El Rest. “Bij den Wijzen en Den Zot”( c/ Hertogstraag 42, tfno. 09/223 42 30). Ha sido galardonado el año pasado con el premio al mejor waterzoï de Gante)
- El Rest. “C-Jean” (Cataloniëstraat, 3 Tel: 09/223 30 40). Tiene una estrella en la Guía Michelin.
Lugares típicos donde poder degustar la cerveza belga en Gante:
Son muchas y muy variadas las tradicionales cervezas belgas, más de seiscientas diferentes, lo que los flamencos llaman Bier, que para los más entendidos se tratan de las mejores del mundo. No olvidemos que en Bélgica existen más de un centenar de brasseries, o destilerías de cerveza, de todos los tamaños y con todos los tipos y sabores. Desde las denominadas trapenses, destiladas por los monjes, con un sabor algo amargo, pasando por la gueuze, cuyo sabor ácido nos recuerda mucho a la sidra asturiana, hasta la rojiza krick, elaborada con frutos como la cereza.
- “De Dulle Griet” (Vrijdagmarkt 50). Haquí es posible probar mas de 250 tipos distintos de cerveza, tanto belgas como de otros países. Entre ellas se encuentra la cerveza max, servida en una copa muy alargada (como la Kwak)
- “Waterhuis aan de bierkant” (Groentenmarkt). Ofrecen cerveza de la marca Bitburger, Gandavum (de la casa), De Koninck, Straffe Hendrik, Jan van Gent, Chimay, Manneken Pis, Barbâr, Westmalle dubbel, kriek Liefmans, Augustijn, Rodenbach, la cerveza del mes, etc.
Para aquellos que han llegado hasta esta ciudad en su propio vehículo solo recordarles que pueden utilizar el Elektroboot. Es decir, dejar el coche en el aparcamiento de Gent-Zuid, al sur de la ciudad, y tomar un ferry que parte cada veinte minutos y que nos acerca gratuitamente hasta el muelle del grano (Korenlei), situado en pleno centro de la ciudad de Brujas. Este servicio funciona solo hasta el 1 de noviembre, en horarios comprendidos desde las 14:00 horas hasta las 19:00 horas.
Ya estamos en Brujas, la ciudad “fantasma” de la que según el poeta Charles Baudelaire todo el mundo debería visitar, al menos una vez en la vida. Aquí, en esta villa de corte medieval, cuyo mayor esplendor se logró en el siglo XIV, uno se tropieza con el arte en mayúsculas. Basta decir que en el Museo Groeninger se encuentra el famoso altar Christophorus, de Hans Memling, y en la primera planta del Ayuntamiento una suntuosa sala gótica con una impresionante bóveda de madera policromada y pinturas murales. Amén de otros tesoros que hay repartidos a lo largo y ancho de la ciudad, entre los que cabe visitar sus famosos canales.
Admirablemente emplazada, la situación geográfica de Brujas la convertía en la etapa natural del comercio de algunos países de los mares del Norte. La región de Flandes ya era frecuentada en la época carolingia por los escandinavos, aquellos excelentes marinos cuyas hazañas guerreras se cantan en las sagas de los países nórdicos. Sin embargo, a partir del siglo X, y sobre todo al llegar la primavera, aquellos nórdicos “despiadados”, más conocidos con el nombre de vikingos, lanzaban sus naves al mar, no solo en busca de una muerte gloriosa en algún campo de batalla lejano, sino también con la sana intención de conseguir mercancías de todo tipo, y otros bienes de consumo. Los vikingos, reconvertidos más tarde en fenicios, recorrieron toda la costa occidental de la vieja Europa, desde el golfo de Finlandia hasta la ciudad andaluza de Sevilla, a través de mares, ríos y canales, realizando el tradicional comercio de esta parte de Europa.
Volviendo a nuestros días, no hay que olvidar que en Brujas, además de navegar por sus románticos canales, también es posible pasear por el centro de la ciudad en un flamante carro tirado por grandes y elegantes caballos percherones. El recorrido puede comenzar en la plaza principal, la famosa Plaza del Mercado (Markt), donde siempre se montaba el tradicional mercado de la ciudad, a la que seguramente acuden todos los visitantes cuando llegan a Brujas. Se trata pues de una gran plaza que antaño sirvió de zoco en el que se comerciaba todo tipo de productos de la época. En el centro de la misma hay además una enorme estatua en honor a los Héroes de la Revuelta de 1302 quienes lucharon contra aquellos ricos comerciantes.
No muy lejos de aquí se encuentra el “Halle”, más conocida como La Atalaya, que es un inmenso campanario del siglo XII, con 47 campanas de bronce macizo que replican cada quince minutos, y que ofrecen pequeños conciertos musicales los miércoles, sábados y domingos. El edificio en cuestión cuenta con 83 metros de altura, y es uno de los más imponentes de toda Bélgica. Presidiendo esta plaza está el Palacio Provincial, de estilo gótico, y que en contadas ocasiones se llena de flamantes banderas que ondean al viento.
A un paso de este lugar está la Plaza de Burg, o del Fortín, donde se encuentra el Ayuntamiento de Brujas, y junto a él la Basílica de la Santa Sangre, una pequeña capilla románica del siglo XIII que fue construida para albergar las reliquias traída por los guerreros durante la segunda cruzada y de la que se cree contiene la sangre de Cristo que José de Arimatea lavara de su cuerpo. Frente a esta plaza se asoma el famoso mercado de pescados en donde se continúa con la tradicional subasta de los productos del mar, y en el que también es posible adquirir los afamados mejillones del Mar del Norte que tanto gustan a los belgas, sobre todo si van acompañados de patatas fritas.
Claro que no hay que olvidarnos de las no menos conocidas y sabrosas gambitas que también suelen a estar presenten en muchos platos de la gastronomía belga. Los cangrejos, los caracoles, los arenques frescos, el bacalao que los flamencos engullen cuan trozo de pan se tratara, o cualquier otro tipo de pescado que poder preparar al horno o pasar por la sartén para luego degustar en la mesa de algún que otro restaurante también lo encontramos en este pequeño mercado.
Y, ya que hemos hablado de gastronomía solo recordar que Bélgica se caracteriza por el uso de los mejores pescados y mariscos de esta parte del Atlántico, los cuales siempre deberán ir acompañados de los excelentes vinos que se elaboran en este país, o en los países vecinos. Continuando el paseo por la Blinde Ezelstraat, descubrimos los primeros canales y puentes de esta parte de la ciudad. Desde el Embarcadero del Rosario, hay una espléndida vista del paisaje inolvidable de la Atalaya, aunque para disfrutar de ese paisaje único de Brujas no se pueden dejar de visitar tanto el Muelle de los Canteros, como el de Verde.
La oferta gastronómica de Brujas es desbordante y da una buena idea de la cantidad de turismo que acoge esta pequeña ciudad belga a lo largo del año. Si se prefiere un trato más individual y refinado, y una cocina más elaborada, se debe evitar en lo posible los llamativos restaurantes de la Plaza Mayor (Markt), porque su relación calidad-precio es menor que en los alrededores y las oleadas de turistas que los frecuentan pueden entorpecer el servicio y la agilidad y simpatía de los camareros. Hay que optar por descubrir entre sus simpáticas callejuelas el lugar que más se acomode a nuestros gustos y al bolsillo, porque la búsqueda no requiere grandes esfuerzos y el resultado nos dejará más que satisfecho.
He aquí algunos restaurantes en Brujas como sugerencia:
Bélgica tiene el récord Guiness del mayor número de restaurantes premiados con estrellas Michelín, en relación con su número de habitantes. En total hay 78 restaurantes belgas con una estrella Michelín en la nueva guía de 2008.Uno de los dos restaurantes flamencos con 3 estrellas Michelin en el 2008 es ‘De Karmeliet’.
- Restaurant Patrick DeVos. (Zilverstraat, 41 Tel: 00 32 50 33 55 66). El menú degustación de este pequeño restaurante cuesta unos 60 €uros, pero si se prefiere con una selección de vinos, serán 87 €uros los que tendremos que pagar. Es exquisito y refinado. Un canto al buen gusto. Cruzar el umbral de este antiguo palacete es un lujo para los sentidos, pero lo bueno está todavía por llegar. Deléitarse con la vista de su romántico jardín, disfrutando de los últimos rayos de sol jugando con sus vidrieras plomadas o simplemente saboreando la primera copa de vino al tiempo que apreciamos todos los detalles de su decoración Art Decó, va a merecer la pena. La comida será sin duda inolvidable, original y sorprendente, elaborada con mimo desde la selección de los productos hasta la perfecta fusión de las viandas con los mejores caldos europeos.
- Den Amand Bistro. Sint- Amandstraat, 4 Tel: 00 32 50 34 01 22. Precio para dos personas con vino: 55 €. Situado en una tranquila callejuela adyacente a la Plaza Mayor, lejos del bullicio y los turistas, el restaurante es un perfecto alto en el camino. Su carta se encuentra repleta de unas combinaciones sorprendentes, pero ninguna a buen seguro le defraudará. Pruebe las especialidades de temporada y déjese llevar por una nueva experiencia mientras asimila en una relajante atmósfera las bellezas de la capital flamenca.
- Poules Moules. (Simon Stevinplein, 9 Tel: 00 32 50 34 61 19). Tiene un menú de cena para dos personas con vino, por 90 €. Es un restaurante pequeño y coqueto. Definitivamente, es el lugar de los amantes del mejillón, la gran especialidad de la casa. Los preparan con distintas salsas y cualquiera de las opciones merecerá la pena. La carta de vinos resulta sencilla pero correcta y, sin duda, encontraremos más de uno para realzar el sabor del plato más típico de Bélgica. Si se prefiere, podemos optar por la cerveza; en este apartado las opciones se disparan y es difícil escoger.
- Opus Latino. (Burg, 15 Tel: 00 32 50 34 72 78). Ofrece un precio para una cena para dos personas con cerveza por 45 €. Es un lugar moderno y vanguardista que cuenta con platos de inspiración latina de excelente calidad. Suele estar frecuentado por una clientela joven y colorista y, a partir de las 23:00 horas se convierte en un animado bar de copas, aunque las tapas siguen funcionando hasta las dos de la mañana. Un buen lugar para terminar el día degustando su cóctel favorito.
- Rock Fort. (Langestraat, 15 Tel: 00 32 50 33 41 13). El precio de la comida en este restaurante, para dos personas con cerveza, es de 40 €. La cocina es de autor, y la decoración y los muebles son de diseño, con una clientela de intelectuales muy vanguardista que consiguen que el local constituya un punto de referencia en la vida social de Brujas. El servicio es alegre y comunicativo, lo que pone el toque de gracia al restaurante y convierte la velada en una experiencia muy divertida.
- Simon Stevin. (Simon Stevinplein, 8 Tel: 00 32 50 33 79 50). Un local pensado para refugiarse cuando la climatología no acompaña su paso por Brujas. Su agradable chimenea le reconcilia a uno con el mundo, y su enorme lista de cervezas terminará de animarnos la jornada. Ahora ya podemos prepararnos para degustar sus preciados mejillones y narrar sin prisas las mejores anécdotas de la ciudad.
Hay que tener en cuenta que los restaurantes en Bélgica se clasifican en cuatro categorías y van en función del precio. Estos precios son para un menú de tres platos por una persona y se ofrece una botella de vino de la casa, o su equivalente más barato. Incluyen IVA pero no propina.
Lugares típicos en Brujas donde degustar la cerveza belga:
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Brouwerij De Halve Maan. (Walplein 26 Tel. 32 (0)50 33.26.97). Las cervezas más típicas de este lugar son: la Blanche de Bruges, La ‘Brugse Zot’ que es el orgullo de la tradición cervecera de Brujas, y la Halve Maan, que es una cerveza muy sabrosa de alta fermentación hecha de malta y levadura. Permanece abierto de 10:00h a 16:00h, de abril a septiembre, y de 11:00h a 0:3h, de octubre a marzo. A tener en cuenta: En diciembre cierran los miércoles, y en enero abren sólo en fin de semana. La entrada cuesta 4 €uros.
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Den Dyver. (Dyver, 5 8000 Brugge Tel. 050/ 336069). Un restaurante en el que además de la excelente comida, a la “nouve coussine”, hay un excelente servicio con una sofisticada decoración en su interior.
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Más Información:
Oficina de Turismo de Bélgica, Flandes y Bruselas
World Trade Center
Molí de Barcelona, Ed. Este, pl. 6ª
Tel: 935085991
08039 Barcelona
www.flandes.net
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