Josep Maria Pujol-Busquets, propietario de Alta Alella, ha recogido el premio en la gala anual de los «11 Magníficos»
Madrid, 21 de enero de 2014.- El vino Dolç Mataró 2011 de la bodega Alta Alella ha sido reconocido con 96 puntos como el mejor vino dulce del año por los premios ’11 Magníficos’ que anualmente concede la guía ‘Vivir el Vino’. Josep Maria Pujol-Busquets, propietario y director técnico de Alta Alella, recogió este premio a la gala celebrada ayer noche al Teatro Cofidís de Madrid, una cita anual a la cual asistieron bodegueros, políticos, lectores, sommeliers y prensa del sector.
Dolç Mataró es el vino emblema de Alta Alella y está presente a las cartas de los restaurantes más reconocidos del mundo, como La Bodega de El Celler de Can Roca o Fat Duck de Londres.
Es un vino ecológico tinto dulce elaborado principalmente con uva de la variedad autóctona Mataró (nombre de la capital de la comarca donde está ubicada la bodega). La uva se deja sobremadurar en la cepa y la vendimia se lleva a cabo antes de que la uva empiece el proceso de pasificación. La maceración tiene lugar en depósitos de acero inoxidable durante 6 meses para obtener una máxima extracción del color. Se realizan remontados diarios para mejorar la extracción. La pasta se prensa ligeramente. Posteriormente, el vino se cría en barricas de roble francés y se embotella después de un proceso ligero de estabilización.
De color carmín, en nariz destacan notas de fruta confitada (ciruelas, higos secos y tomate cherry italiano), piel de naranja y tiene verde japonés. En boca es untuoso, muy sabroso y con un equilibrio original tánico, ácido y dulce. PVP.- 19.35€
Alta Alella
Alta Alella es un proyecto familiar que nació hace más de veinte años. Situado entre los municipios de Tiana y Alella, en la zona agrícola privilegiada del Parque Natural de la de La Marina, la historia de la bodega empezó cuando el enólogo y emprendedor Josep Maria Pujol-Busquets Camps y su esposa, Cristina Guillén Soldevila, adquirieron la finca de Can Genís. Al lado del mar Mediterráneo, que baña la costa a sólo 2 kilómetros del viñedo, el matrimonio devolvió a la finca su encanto original reformando la masía, recuperando las viñas viejas, algunas de más de 50 años, y construyendo una bodega moderna y ecológica en el cual trabajan para producir vinos con vocación de pureza y transparencia, que son un vivo reflejo del terroir y de cada añada.