¿Los elementos naturales que el hombre utiliza, usa y gasta para satisfacer sus necesidades, han de contemplarse hoy bajo una perspectiva diferente?
La respuesta afirmativa a esta pregunta ha sumado adeptos de modo llamativo en el transcurso de unos pocos años; pero, posiblemente, no son los más entre ellos quienes conocen con alguna profundidad la traducción práctica de los cambios, y aún más reducido sería el número de los que estarían dispuestos a aceptar las consecuencias, una vez conocidas.
De la cocina de carbón – del fogonet amb ventall – en las cocinillas de principios del siglo XX, (les costo arrancar el hogar de fuego de leña a ras de suelo), y a muchas personas se les llenó el futuro de penumbras y objetivos contradictorios en las posturas de arquitectos y técnicos, las mismas que las señoras sentaditas y acurrucadas frente al pote o la olla y al mismísimo ser humano estudioso frente, ante o junto a la Naturaleza.
Debo añadir que la contemplación y el respeto a la misma Naturaleza son necesidades humanas naturales, exigencias primarias de nuestro modo de ser y cuya satisfacción se nos presenta como un cierto valor en sí y por sí. Todo evoluciona y sin ponernos palos en las ruedas iríamos más rápidos y también seguros en la mayoría de los eventos científicos que actualmente disfrutamos Lo que pasa es que hay mucho mangoneo, politiqueo y marrullerías varias, norteamericanos en cabeza, queriendo asar la marrana siempre a su favor y guardándose la parte más noble para ellos. Ahora que escribo esto, me acuerdo de un libro delicioso escrito por el arquitecto, Miquel Espinet, con el título “El espacio culinario” en la colección “Los 5 sentidos” y que cuenta el invento del asador de gas para dorar los cerdos por que existía la costumbre de quemar la choza, y una vez extinguido el fuego, entre los rescoldos aparecía el marrajo en su punto de cocción. Una excentricidad de un tal Charles Lamb que adolece de rigor y respeto a tantas y tantas generaciones de científicos, ingenieros y técnicos que hacen posible el pasar de un combustible para cocinar como la leña al gas natural, cuya llama domina a gusto y necesidad el propio artista de los fogones, sea ama de casa o cocinero, con una limpieza fácil y unas atenciones por parte de la compañía inmejorables.
La crónica de las extravagancias en la publicidad televisiva constituye una de las cuartillas que nunca se completan por más interesantes y aleccionadoras que se presente. A ella no sólo contribuyen los más sesudos publicistas, sino también aficionados audaces de empresas multinacionales que quieren inscribir su nombre en el cuadro de honor de la inmortalidad, administrando imágenes, proclamando falsedades y sentencias de dudosa y confundidora doctrina.
Un ejemplo: se observa que los cocineros de renombre salen oficiando su recetario en alguna cadena televisiva dentro de un plato con imágenes en las que hay publicidad encubierta o directa como la utilización de vitrocerámicas alimentadas por electricidad que, según ellos, dominan a la perfección, realzan la imagen de “su” cocina y son muy prácticas en el uso. Bien. En sus restaurantes todas las cocinas son de gas natural. En las entrevistas a otros cocineros alrededor de todo el país, en todas las cocinas, se observan los fogones y hornos a gas natural. Pero la noticia no sólo tiene una versión publicitaria, fanática, excluyente; sino también una cara tierna, ingenua y- aunque parezca mentira- hasta ingeniosa. La lectura de las televisiones con “plató” preparado hacen la referencia de la comodidad y rapidez pero omiten todas las desventajas de la “vitro”. En fin todo en la televisión, por efecto de choque visual, toda gran verdad parece omitida y muchas mentiras parecen verdades.
Controles exhaustivos, modernos aparatos extractores para eliminar condensación, humos y olores y un progresivo conocimiento de aparatos que ayudan a mejorar el rendimiento culinario con una evolución que da vértigo. Uno de los hombres que más hizo para traer gas a nuestras tierras fue el Sr. Durán Farell al que nunca se le agradecerá lo que hizo por los gaseoductos.
No es sofisticación. Es seguridad, es modernidad, es poner la aplicación práctica al alcance de saber obtener el punto de cocción de una tortilla a la francesa a la que espera una rebanada de pan con tomate y un suspiro de sal. Tan natural como el gas.
- Gas natural: Mezcla de hidrocarburos gaseosos en la que predomina el metano ( CH4) que se encuentra acumulado en yacimientos subterráneos porosos, asociado o no con el crudo del petróleo. Contiene generalmente pequeñas cantidades de otros gases no hidrocarburos como nitrógeno, dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno.