Imagino que sabrán perdonarme si comienzo entrecomillando lo que sigue (más que nada por si las demandas por decir las verdades como puños, que de piel fina y tragaderas reservadas algunos restaurantes andan pero que muy sobrados):
El Dento como restaurante no me interesará nunca más. Son interpretes de una carta en la que todo es de nomenclatura y locuacidad falaz en el momento de ofrecer sus platos. Allí todos los pescados son “salvajes”, no son de piscifactoría según el buen hombre que atiende con cantarina voz de tono falseado y repetitivo.
Yo diría que ofrecen pescados “cabreados” de entrar y salir del frigorífico. La ensalada que lleva el nombre del restaurante no deja de ser un mini-timbal de hortalizas cortadas en “juliana” siendo la mínima expresión en el plato y la máxima en euros como entrantes fríos. Hay un menú los días de lunes a viernes a 18 € que resulta ser la misma oferta, repitiendo los platos, para el sábado y domingo a 24 €. Si no lo exiges no te lo ofrecen ni te lo indican que existe el menú. Alardean de la mejor sopa de pescado que hayas podido degustar. Mal.
El aire acondicionado es a condición de que venga una persona de edad y lo haga cerrar porque nota frío y los demás a “sanjoderse”…. -No se preocupe yo cuando vea que su compañera se abanica vengo y lo “enxego”-. Los postres en carta que son de una marca conocida que fotografía las excelencias de sus helados y chocolates que atraen más que lo que seducen y gustan realmente no los probamos.
Claro, ahí viene la cuestión:
la parte contratante encima te cobra el pescado cabreado como “salvaje”,la ensalada juliana pírrica como un gran qué y los postres – no tomados- a un precio que sale el doble del menú habiendo podido comer lo mismo si nos lo hubieran ofrecido pero sin pagar el tributo de la carta y adjuntando en la minuta la estafa de los “entretenimientos “ o servicio de pan a 2 € por barba. La falta de ética profesional, la arrogancia y la estupidez nos lleva a desistir muchas veces de pedir la hoja de reclamaciones que tanto ayudaría a mejorar los servicios.
Por cierto que en un local de los de ÉXITO de Don Artemio Nolla, La Botiga, muy cercano al Dento, en el mismo barrio, posee una terraza magnífica en la que por orden de la dirección, o sea de Don Artemio, dueño de los Mussol entre otros, se PROHIBE, así como lo leen, sentarse y tomar unas tapas y aperitivos a la una del mediodía por su deber de reservarla únicamente para los “señores comensales que vengan a almorzar” , cito palabras textuales. Los del aperitivo, intuyeron los empleados o “la jefa”, no éramos dignos señores, al parecer, aunque hubiéramos gastado más en “tapas” que en un menú. Ellos no lo sabían por supuesto.
Nos atendió una joven tan disciplinada, displicente y envarada que por su plante, era como he dicho, “la Jefa, , la “maître” no era, digo yo, ya que no podía ser tan malcarada como profesional, pues sigo insistiendo, nos quedamos a observar , paseando por los alrededores, hasta entrada la tarde para contar cuánta gente estuvo en dicha terraza. Cuatro mesas se llenaron aquel mediodía de las muchas que hay cómodas y sin ajetreo circulatorio. Apreciado Don Artemio ¿ cómo ha podido triunfar tanto? ¿ cómo puede pagar los impuestos que derivan de poseer una de las mejores terrazas de la ciudad de Barcelona sino desea llenarla ni atender a los no tan señores?
Por cierto, en un principio,
pudimos aparcar delante de la terraza y nuestro coche era de marca noble y de estreno flamante ENVIDIAS O ENDIBIAS En fin debíamos llevar los enganches de las bicicletas en los pantalones y los del “bicing” no son de fiar.
RODRIGO MESTRE
11 de mayo de 2009