nos hace descubrir que la vida de la cocina no es cara y que por tres- cientos euros al día cualquiera viajero puede vivir holgadamente en cualquier país de la Unión Europea con lugar para dormir incluido..
Este breviario trata de algunos lugares que realmente confirman su razonamiento: por ejemplo que en medio de la familia autora que escribe el libreto hay uno que Es como “cronista” de un diario realmente importante en España. Son cinco el grupo que intenta liar a los escogidos y que intentan, por último, cargarse la Guía francesa de tapas rojas sea cómo sea pensando que de las cosas más agradables que se pueden hacer es pasar una tarde en los clubes de élite de la ciudad, reunir en una comida a tanto personal “in” de política, ciencia o social y encontrarse en los mejores restaurantes de los lugares más nombrados y desgraciadamente con más estrellas de la famosa Guía francesa. y sin ninguna prisa, puntuar platos, personal, decoración , ambiente y precio con toda clase de abreviaturas. Si para ellos trescientos euros es normal de gasto en un día ….
He hecho este inciso sobre el breviario porque me ha parecido una clase de publicación envidiosa y atrevida pero afortunada por sus conocimientos de fondas donde se come muy bien y que están a la vista de las transformaciones de las cocinas del siglo XXI. Debo decir que hasta ahora se intentan mantener nostálgicamente y a veces fantasmalmente, las costumbres alimenticias de muchos “jefes” de cocina muy conocidos.. pero caen como moscas por carencia de fundamento y conocimiento básico culinario.
«La vida se ha encarecido. No solo son los obreros, sino las casas de personas bienestantes las que deben reducir o tener en cuenta los gastos. atendiendo a estas consideraciones y no olvidando que la sencillez de los platos va bien para la salud, he procurado huir de las complicaciones que algunos cocineros han introducido en la cocina catalana. La restituida o he procurado hacerlo, al menos en su primitiva sencillez.»
Este párrafo de Ferran Agulló, sacado de un libro de Néstor Luján es realmente aleccionador. Y el amigo Luján continúa:» lo que pasa es que si bien es cierto que hace un esfuerzo para que la cocina sea sencilla y por abaratarla, debemos decir que, contra lo que parece creer, la cocina catalana nunca es sencilla como se ha demostrado en el decurso de su historia.»
Por los jóvenes enamorados se va imponiendo, a partir de los últimos años, ir a los restaurantes chinos. No representa ni una fiesta ni una excepción, sino una costumbre que arraigada a nuestra sociedad sale barata (no hace falta frotar platos, ni cocinar, ni enmerdarse con mollas de pan), es ir directo “al grano. También hay las “piches” (inventadas por los leridanos hace muchos años y copiadas por los italianos hace dos días. se llaman “tortas de recaudo” y más complicado de pedirlo en catalán que en napolitano.
El cambio y la voluntad de conservación de una cocina catalana ya lo escribiremos más adelante.
La nueva cocina se ha acabado. Y es natural. Fue una forma de comida “ a la francesa (de Lyón) pero muy cara… muy cara y con crema lechal a cantidad. Todo se habia encarecido y simplificado por los franceses. llegaron los del país vasco y los catalanes con la física y química que todo lo ha complicado por saber cocinar como es debido. Qué ha sucedido?. Se han complicado cada vez más las elaboraciones, las formalidades de fondo por esquemas casi de laboratorio científico. Los platos van perdiendo sus paladares particulares, nadie quiere estar en la cocina, y se mezclan ingredientes de todo el mundo. Debemos defender la investigación y l´ampliación de las nuevas herramientas de trabajo, pero dónde hemos ido a parar? Esta última pregunta la hacía Paul Bocusse a finales del siglo pasado. Dentro de sus palabras yo ya lo veía venir. Estaba trabajando en los mejor comedores públicos y privados de Barcelona.
“Marchando una de sorbete de cigarro habano?..
Pues con el gazpacho de fresones de la señora Ruscalleda le empezaron a poner estrellas en la guía roja.
Todo bien, sí señor. Ahora reencuentran el fricandó con robellones tres pinos de la saga de los Monte.
Por Rodrigo Mestre