El miedo a la muerte es un pensamiento de ociosos que se esfuma con rapidez ante la acción acuciante, por peligrosa que sea.
Las batallas actuales de nuestra vida cotidiana, tan moderna ella, es sin duda una de las circunstancias en que menos se piensa en la muerte. De ahí la siguiente paradoja: cuánto más se llena la vida, menos se teme a perderla..
Hace años le entregué un librillo de salmos escrito en hebreo, Fornos estaba estudiando esta lengua con su incansable afán por aprender; lo mismo hizo con el idioma japonés. En un interminable funeral por un periodista admirado por los dos escuchamos frases con malas intenciones entre compañeros de la misma profesión sobre el fallecido y sin titubear me comentó que lo desagradable de la vida en el otro mundo, es que nos vamos a encontrar en él con todos los tontos que hemos conocido en éste.
Fornos estaba lleno de vida, era discreto, prudente y amaba su labor. Era un auténtico Relaciones Públicas, fiel a su empresa y amigo de sus amigos. Amaba la vida y nunca se preocupó demasiado de lo que será después. Rezaré por ti Alberto.
Rodrigo Mestre